domingo, 24 de octubre de 2010

Ruta 1, sábado 12 de septiembre de 2009



Mapa de la ruta (aprox. 325 km.): Mapa
Habíamos decidido irnos a comer a Portugal. Rafa nos acompañó con la condición de parar a tomar un café con pastelito en Caminha al caer la tarde.

Sábado y sin necesidad de madrugar, habíamos puesto la cita para las 11:00. Un pequeño tramo de autovía y nos encaminamos hacia A Cañiza por la Nacional, carretera de curvas rápidas muy transitada por los moteros de esta zona.

A Cañiza era hace años parada obligatoria cuando salías de viaje; allí había que hacer un alto en el camino siempre y comerse un bocadillo de jamón. Una vez entró en funcionamiento la autovía, los bares de la zona perdieron mucha clientela, aunque los jamones siguen vendiéndose y continúan haciendo famoso al pueblo.

De allí hacia Arbo, población pegada al Miño, y una de las entradas a Portugal desde Galicia. Tras cruzar el puente y justo antes de entrar en Melgaço, desvío a la derecha para rodar ya por las carreteras comarcales portuguesas (una gozada para hacer en moto, pero peligrosas a veces debido a la inexistencia de arcenes, tránsito de tractores o peatones en la calzada). Tras unas bonitas curvas atravesando pueblos y sobrevolando valles, llegada a Lamas de Mouro, puerta del Parque Nacional Peneda-Gêres. Ahí nos adentramos en el siempre paisaje espectacular de la Serra da Peneda (foto tomada 3 meses más tarde, en diciembre).

Tras quilómetros de rocas y arbustos, llegamos a Gavieira, situada sobre un alto en una de las numerosas faldas del extinguido glaciar do Vez,  al abrigo de la Serra da Peneda.  Esta zona es un paraíso para los senderistas, que la conocen como “el pequeño Tibet”, debido a las terrazas (un pelín exagerado el apelativo, creo yo).


En medio del pueblo tuvimos que parar y dejar trabajar al panadero que entregaba sus panes a domicilio mientras charlábamos un rato
Cruzamos entre las casas bajo la atenta mirada de algunos vecinos y aparcamos las motos al lado de un “espigueiro” y de los buzones, en la parada de taxi; la labor más importante de los "espigueiros" es la de guardar las espigas de maíz para protegerlas de los roedores y la humedad; en castellano son conocidos como “hórreos” y son típicos sobre todo en Galicia y Asturias, aunque en cada zona tienen una construcción y características diferentes.
Tras la iglesia, nos encontramos con un grupo de "espigueiros" bastante mal conservados y descuidados; desde allí podíamos observar a gusto los campos cerrados con los típicos muros de piedra suelta

La parte más antigua del pueblo nos muestra cómo se vivía hace muchos años, en pequeñas casas de piedra y madera, con las cuadras debajo de las habitaciones para que la calor de los animales sirviese de calefacción. Un riachuelo de agua en medio de la calle y algunas gallinas contoneándose con sus plumas completaban la estampa...

Una vez dejamos atrás Gavieira, continuamos camino por la Serra de Soajo. 
En el interior de Portugal todavía se pueden ver bastantes señoras mayores vestidas completamente de negro, con la cabeza cubierta por el pañuelo o en otros casos por sombreros de paja. También es muy común ver pequeñas motos que parecen salidas de un album de fotos de nuestros bisabuelos y todo esto no deja de ser curioso, porque son imágenes que se pelean bastante con el respeto por el diseño y la arquitectura modernistas que se ven en numerosas casas y tiendas de decoración, o los coches último modelo que se encuentra uno por todas las carreteras del país.

En la población de Soajo existe otro conjunto de “espigueiros” muy bien restaurados, contruídos en círculo sobre unas grandes rocas que servían para extender el maíz y dejarlo secar al sol

Tras unas consumiciones bien frescas en una antigua capilla que hoy día ha sido transformada en cafetería, continuamos camino, subiendo ya por la Serra Amarela hacia el restaurante en el que habíamos reservado para comer; la carretera de curvas, curvas y curvas, casi tocando el cielo y con unas estupendas vistas, aunque con algo de bruma en la lejanía...


El restaurante O Abocanhado se encuentra en el pueblo de Brufe, es necesario reservar con antelación, ya que es mucha la gente que se acerca hasta allí para degustar sus ricos platos Restaurante. Tiene unas maravillosas vistas sobre el Vale do Río Homen y ha sido premiado en diferentes ocasiones por su arquitectura integrada perfectamente en el paisaje. Y tanto... una vez allí, se ve un pequeño parking y una terraza cubierta de hierba con caballos pastando libres sobre ella. La sorpresa viene cuando descubres unas claraboyas y unas chimeneas en el suelo de la terraza ¡estamos sobre el restaurante!
 

Bajamos por unas escaleras y allí está, en madera, escondido en un terreno muy bien cuidado y con unas vistas de verdad impresionantes...


Tras unos ricos platos de cabrito, jabalí y pollo casero, obligatorio bajar la comida dando un paseo por este maravilloso pueblo que esconde rincones de verdad bucólicos, como reza este cartel a la entrada
 

 
Foto testimonial y comenzamos la vuelta hacia Ponte da Barca, no sin antes descubrir nuevos rincones en la Serra Amarela

Continuamos la marcha hacia Caminha, ya por autovía si queríamos llegar antes de que anocheciese y allí, en la siempre animada plaza del Ayuntamiento, con un café y un pastelito, hablamos de lo divino y de lo humano, dejando que el día se terminase y la noche nos diese la bienvenida...

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